lunes, 15 de junio de 2009

Patria joven


A los 16 años empecé a sentirme atraída por mujeres, mi afición por el deporte me mantuvo por un rato distraída, a los 17 una de las compañeras del basket me quitó la venda de los ojos, se dedicó a platicarme de las otras compañeras, quién andaba con quién, quién había andado con quién. Fue más allá y me contó de un lugar, cerca de ahí que era para mujeres. Usó la palabra livais. Mi curiosidad se despertó al instante, saliendo del entrenamiento fui. El lugar estaba cerrado. Eran dos cortinas de hierro y abrían por las noches. Las dos primeras semanas sólo estuve por 30 minutos, solo conocí a las encargadas. Después me las ingenié para quedarme más tiempo y pase de ser de primera vez a la asidua. Por supuesto no tardé en conocer todos, que no eran muchos, los lugares de reunión de “ambiente”. El único lugar que no conocí fue El Safari donde cantaba Chavela Vargas y fue porque no tenia 18 años cuando los cumplí ya habían cerrado el lugar. Sin embargo la conocí, más adelante ya les platicaré.

Disfrutaba mucho de aquellos lugares, era de las últimas en salir. Aprendí a bailar, a enamorarme, a flirtear; pero también fui consciente de que aquellos eran lugares reducto, “guetos”, donde se vivía de noche, con alcohol, drogas y prostitución, donde los peligros acechaban. Me causaba desazón ver cuando alguna mujer se alcoholizaba y se quedaba perdida en aquellos lugares (que no eran como los de ahora). Para sortearlos busqué manejarme en grupo.

Platicábamos de la posibilidad de cambiar las circunstancias de nuestras vidas, que no fuera solo de noche y en aquellos lugares, nos gustaban, pero podría haber algo más….

Ya en la Universidad, una conocida de la UNAM me invitó a finales del año 1978 a una reunión de mujeres Lesbianas en Cuernavaca, el encuentro sería en casa de Nancy Cárdenas, y quedamos de vernos para ir.

Llegamos tarde, tarde, casi noche, las mujeres se encontraban en grupos pequeños, esparcidas por el jardín. Me acerqué a los más que pude intentando recuperar lo que ahí acontecía. Las escuché hablar de política, de Feminismo, de organización de movimiento lésbico y yo con la boca abierta como cuando los aviones. La información que agarre al aire fue que existían organizaciones -Lambda, FHAR, Oikabeth-, que estaban preparando algo grande.

Conocí a Nancy Cárdenas, sobresalía, y no solo por su estatura, tenía una personalidad atractiva de mujer madura, risueña, confortable en el vestir, platicaba y reía con otras mujeres.

Ya para entonces yo estaba cerca de una mujer que se llamaba Yan María, ella daba la dirección del lugar donde se reunía el grupo Oikabeth, el nombre era una composición de palabras náhuatl y mayas significaba: mujeres guerreras que abren camino y esparcen flores. Supe que había arribado a el lugar y circunstancia que me acercaba a mi sueño de cambiar la situación de la vida de las mujeres que aman a otras mujeres.

Fue un tiempo en el que aprendí mucho, estudié y viví el feminismo, el marxismo. Estuve en cantidad de actividades, volanteando, pintando mantas, en reuniones con grupos homosexuales, entonces preparando la primera marcha del orgullo homosexual (el término lésbico homosexual se dio unos tres años después). Como buena pregonera que soy y éramos llevamos la información a los bares y discos o sea a los antros de entonces. Recuerdo a la compañera de una amiga muy querida que al escucharnos dijo que de ninguna manera estaba dispuesta e arrastrar su colchón por las calles de la ciudad. Nos provocó mucha risa, más aún cuando la veíamos acompañar la marcha desde la banqueta.

Llegó para todas y todos el gran día de la Primera Marcha del Orgullo Homosexual.
El día que nos propusimos derribar el muro de silencio, estigma e invisibilidad al que estábamos confinados. Los primeros pasos fueron pesados entre cámaras, fotógrafos, periodistas, la mayoría de los asistentes se acercaban lentamente al grito de Nadie será libre hasta que todos seamos libres, No hay libertad política si no hay libertad sexual, y Alto a las razias. Así emprendimos la primera marcha del orgullo.

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