martes, 16 de junio de 2009

Patria adulta



Desde que me incorpore al activismo político LGBTT, y al movimiento Feminista mi vida se transformó. Al principio fue como lanzarme al vacío, consciente de todo lo que dejaba atrás, estudios, casa y familia, la vida personal se transformo a colectiva.
El activismo como forma de vida significó mucho esfuerzo, algunos sacrificios, los días se convirtieron en agenda, por cierto siempre llena de actividad, al mismo tiempo nos brindaba satisfacciones por los logros y el estar vinculada y ser parte de una causa.
Admiro a quien ahora no tiene tiempo para despegarse de la computadora y a quien no tiene tiempo para la computadora, pero más admiro a quienes hacen las dos cosas. Yo he sido de las segundas.
Desde el principio he recibido muchas satisfacciones sobre todo por los resultados de los esfuerzos compartidos y convertidos en transformación sociales, iniciábamos procesos hasta concluirlos, solo para iniciar nuevos: Marchas, Foros, Semanas Culturales, Encuentros, y todos éstos para construir alternativas de vida para las mujeres y los colectivos de la diversidad sexual, nuestra continuidad ha abierto nuevos paradigmas.
La mayor parte de las y los activistas que lideraron nuestros movimientos por los derechos, la emancipación y libertad, continúan su trabajo desde sus propios ámbitos. Han surgido sin duda nuevos liderazgos que van de los planos locales, nacionales, e internacionales o todos a la vez.
Pongo como ejemplo y lo hago por significativo la lucha de las personas transexuales que de ser las actoras incomodas, como en su momento lo fuimos nosotros/as, han llegado a desarrollar una interlocución válida y legitima.
Se han multiplicado las propuestas de agenda y un ejército de activistas, a veces invisibles, trabajan en ellas.
En lo que a mi toca, al igual que otras personas he recibido reconocimiento al trabajo realizado y fuertes críticas a las iniciativas y formas emprendidas. Platicando con algunos activistas del movimiento me han conminado a contestar a mis detractores, hasta este día no ha sido parte de mi política. La razón es que quienes se manejan lanzando la difamación por delante, con el fin de provocar el encono entre los activistas, lo harán porque quieran convertir en canibalismo algo a lo que yo le tengo profundo respeto, por ser producto del trabajo colectivo. Además, pienso que solo alimentaria el morbo y la voracidad de los detractores. Prefiero trabajar, ya mucho compromiso, responsabilidad y sacrificio de tiempo exige el alcanzar las metas que me he propuesto en la vida. Para muchos es claro que la energía y el esfuerzo que nos representa avanzar en nuestro trabajo no puede ser desperdiciado en buscar enemigos entre nosotros. Caerles bien a todos, imposible; pensar todos igual, indeseable.
El desafío que yo miro enfrente es el lograr entablar diálogos, análisis, intercambiar ideas con quienes así lo deseen. Los retos que hemos de enfrentar son muchos y cada quien puede encontrar sus metas sin obstaculizar el trabajo de los otros/as.

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